Dolor desde el nacimiento. Caso Martí Riba, parte 1
Martí llegó al consultorio hace ocho años exactamente, él ya no podía dar más de tres pasos sin dolor y a los 20, debía detenerse sin saber si llorar de la desesperación o de impotencia. Él nació en un pueblito en España, cerca de Barcelona y al nacer con este padecimiento fue enyesado a lo largo de sus primeros dos años, que en ese entonces era lo que se usaba; toda su vida fue a terapia física y cuando le dije que podía NO sentir dolor, casi soltó la carcajada… o el llanto, ya que siempre había recibido terapia con dolor.
Llegó al consultorio con una escoliosis secundaria, como consecuencia de la fusión en la cadera. Al nacer, su mami se dio cuenta que movía muy poco un lado de la cadera y fue en ese momento cuando descubrieron una fusión en la cabeza del fémur (la parte alta del hueso de los muslos) y el acetábulo (donde se conecta el fémur con la cadera), por lo que decidieron ponerle un yeso durante dos años; sí, en ese entonces inmovilizaban en lugar de lo que hacemos ahora.
De ahí en adelante experimentó terapia tras terapia; todas dolorosas, mismas a las que se acostumbró y que aguantó toda su vida, cada día estaba peor y ya no existía medicamento alguno que le pudiera calmar el dolor.
Tengo una enciclopedia de doctores y expertos en la materia donde hablan del dolor y lo que éste causa en el ser humano, no solamente físicamente, sino también en lo emocional y social, y es muy traumático, pero he descubierto que la mayoría de las personas que llegan a nuestro consultorio han vivido esta misma historia de diferentes maneras, hasta para rehabilitar el síntoma más pequeño, lo viven a través de procesos dolorosos.
Necesito que tú, lector, sepas que existen millones de opciones no dolorosas y que además serán más efectivas en el tiempo de sanación y a nivel neurológico, además mucho más aceptadas y repetidas por tu organismo, así es que si tienes algún dolor, padecimiento o conoces a alguien que lo tenga, no permitas que el proceso sea como el que vivió Martí Riba.
Debido al problema inicial de sus caderas, más la inmovilización y las consecuencias normales en este padecimiento, una pierna de Martí se desarrolló de manera normal, mientras que la otra se fue atrofiando con los años. Asimismo, el pie de la pierna afectada tenía lo que llamamos pata de venado, que significa que casi no podía flexionarlo; todo el tiempo su pierna estaba suspendida y su pie en punta (mucho más corta que la otra), lo que provocó además, un dolor en la rodilla por la falta de estabilidad.
Fuimos enseñándole con nuestro método y’u® y estaba maravillado, porque desde la primera visita los dolores empezaron a cesar y no solamente eso, sino que además podía controlar qué sentir y cómo darle una solución. Hoy no tiene dolores más que cuando va a llover (la humedad hace que se inflame y aumente el nivel de tensión), pero cuando eso pasa, sabe exactamente como quitárselo. ¿Quieres saber cómo le enseñé a caminar y cómo logramos alinear su cuerpo? Descúbrelo en la segunda parte de esta columna.