Cómo ayudar a un familiar con un daño neurológico
Estoy en Estados Unidos porque vine a habilitar y rehabilitar a una persona que tuvo un evento que le causó un daño neurológico llamado dislalia, un trastorno del lenguaje que se manifiesta con dificultad al hablar o articular palabras, puede deberse a una malformación o daño en los órganos que también provocan espasticidad, una contractura severa en diversas partes del cuerpo.
Este paciente perdió la movilidad en ambos lados, sin embargo, presenta más daño en el izquierdo. Le di terapia durante tres días y ahora se siente mucho mejor, más seguro, y sus rangos de movimiento aumentaron; incluso me atrevería a decir que su nivel de relajación subió un 80%.
Quizás te preguntas “¿Qué tiene que ver eso con algo que verdaderamente me afecte a mí?”. Y esta columna te la dedico porque quiero que sepas sobre la importancia que tienen las emociones, tanto en una persona que sufrió un evento, enfermedad y/o accidente, como a todas aquellas que están involucradas en el proceso.
Cuando era pequeña me enseñaron que las emociones se quedaban en casa mientras trabajas y cuando regresas, las podías retomar. Lo increíble es que me la creía, pero como siempre lo digo, no hay posibilidad de desintegrarnos, ya que todo está involucrado —todo el tiempo—. A nivel físico, mental y emocional, porque así es como responde tu vida y criterio, tu cuerpo está programado para sobrevivir y ¡así lo hará! Todo está absolutamente relacionado.
Cuando la persona que me contrató para venir con su papi me dijo de lo que se trataba, intenté mantenerme cerca de ella desde el primer momento, porque yo estuve en esa situación cuando le pasó algo muy similar a mi papá, lo que me ayuda a entender lo que ella y su familia están sufriendo. Sabía que el venir iba a recordarme lo vivido y gracias a la metodología Y’u, estuve consciente de que tendría que trabajar esas emociones para involucrarme amorosamente, tal como lo hago con mis pacientes.
Gracias a ello, mi paciente accedió a hacer todo lo que yo le pedía y confió en mí desde el primer momento, que es cuando comienzo a trabajar en darles confianza y territoriedad. Hoy logró tomar su carne a modo de pinza con sus dedos y pudo llevársela a su boca para desayunar, ayer se quitó el gorro sin ayuda. Luego de tres días de tratamiento, sus manos y pies parecen de otra persona de lo bien que se ven, se mueven al menos un 30% más. Además puede levantar su cadera sin ayuda, y voltearse o girarse.
Quiero aclarar que estos logros no son solamente porque lo atendí con amor, sino porque sé como tratarlo, moverlo y habilitar códigos neurológicos para llevarlo a un mejor estado, y ese cariño le dan a su vez un territorio, que lo hace sentir seguro y cuando además ve que lo puede ejecutar, la misma experiencia abre un mayor número de interconexiones. De manera lúdica le enseñé —a través de mis personajes— a respirar con calma, a sentir amor por sus hijos y vibrar su voz para desearles paz, así constantemente pone sus emociones justo con los movimientos y visualizaciones, lo que produce que estas habilidades no sólo adquieran un código nuevo, sino que lo guarda en su cerebro a largo plazo, lo que garantizará una mejora progresiva.
Como familiares tenemos que entender que personas que sufren un daño neurológico o muchos otros padecimientos se llevan a la familia entera en el proceso; por lo que si eres familiar de alguien que está pasando algo que te haga sentir frustración, debes trabajar en estar bien tú para poder cuidar al paciente. Baja la app Y’u bubble y haz la rutina de impotencia y miedo, y haz cosas que verdaderamente te ayuden a entender mejor tus emociones.
Ahora regreso feliz de ver cómo mejora mi paciente. Me siento sumamente orgullosa y espero te sirva saber que con o sin pacientes, debes involucrar tus emociones para lograr imposibles. El cuerpo humano está diseñado de manera perfecta, aprovecha y entiéndelo como una integridad. ¡Lindo día desde Y’u!