El arte de meditar
Uno de mis pacientes me platicaba que nunca ha podido poner su mente en blanco, que es imposible para él; le dedico esta columna y a ti también. Creo que hemos distorsionado que la gente piensa que meditar es poner la mente en blanco; sin embargo, una de las cosas que aprendí cuando estudié un curso de neuro es que la mente nunca está en blanco, podemos concentrarnos tanto que la podemos calmar y llevar a un solo pensamiento —incluso éste puede ser el color blanco y hasta podemos visualizarlo—, pero las personas comunes tienen entre tres y cinco pensamientos a la vez, aunque normalmente nos concentramos en algunos, cuando meditamos nos focalizamos en uno solo. La mente funciona de una manera que no puedo expresar más que con la palabra “maravillosa”, casi podría describirla como “mágica”; estamos muy bien hechos, en realidad una de nuestras funciones primarias es sobrevivir, y nuestra mente es puro bioquímico, que hace que vayamos actuando y aprendiendo con la experiencia.
Pero volvamos al tema de meditar que está tan en boga, porque por supuesto hay infintidad de artículos desde el New York Times hasta documentales que comprueban que el meditar tiene sus beneficios sobre la salud, y con la cantidad de estrés que la mayoría de personas vive hoy, los invita a todos a intentarlo o aprender hacerlo.
Te tengo noticias, todos hemos meditado, nuestro propio sistema nos invita a hacerlo para que el cuerpo entre en un estado en donde se pueda nutrir a nivel orgánico, me refiero al sistema central nervioso, que tiene dos grandes sistemas y uno de ellos se llama parasimpático, cuando una persona está profundamente dormida o en meditación, entra en estos terrenos, los cuales relajan el sistema músculo esquelético para poder mantenernos con vida y abastecer a todas aquellas partes involuntarias que tenemos dentro y nutrirlas.
Cuando alguien me pregunta ¿cómo puede meditar? Le respondo que sólo debe concentrarse en una cosa, y seguir haciéndolo durante un tiempo determinado.
Hay muchas maneras de meditar, te aseguro que lo has hecho: cuando estás viendo tu celular, leyendo o viendo algo que te interesa tanto, que te pueden hablar de frente y ni siquiera volteas a ver; cuando lees un libro y en tu imaginación está la escena más importante de éste y nada te distrae; o bien, cuando escuchas música y piensas en tu hombre o mujer platónico estás meditando. Pero sé perfectamente que en tu mente no está ese tipo de meditación, quieres aquella que te lleve al sistema parasimpático de forma profunda sin quedarte dormido (a), pues te diré las tres reglas que tenemos en y’u que siempre te harán meditar, y podrás elegir si lo quieres hacer de forma activa o pasiva (me refiero a que puedes meditar sentado, acostado, o mientras das un beso amoroso), la meditación “es la condición natural de la consciencia humana”.
La regla número uno es “aléjate del dolor”, no te pongas en una postura dolorosa porque eso te alejará, por el propio sistema simpático, de poderte concentrar al 100%. La segunda es “usa dos o más sentidos en lo que te estás concentrando”, por ejemplo si es en tu respiración, escúchala, siéntela a través de tu tacto (te puedes poner una mano en la panza para sentir la respiración) y visualízala (imagina cómo se inflan y desinflan los pulmones). La regla tres es imita algo que se le parezca, por ejemplo las olas del mar, las escuchas, las sientes e imitas cómo fluyen sin parar, hasta sentir que te conviertes en una de ellas; pero si tu imaginación no te da, pues pon una vela y sigue las tres reglas. Cuando más las imites (en tu mente), mayor será tu concentración y estarás meditando.
Al principio sí te aconsejo que te pongas muy cómodo (a) en un cuarto oscuro, en la postura que más te relaje, pero con el tiempo aprenderás que puedes meditar de manera activa, cuando quieras y donde quieras. En y’u nuestros 60 personajes te enseñan cómo meditar, algunos te encienden, otros te convierten en agua, otros en medusas, pero lo importante es que te damos un control remoto en donde tú y solo tú podrás hacer lo que quieras de tu vida, incluso poner tu mente en blanco.